Meditando sobre la vejez, la enfermedad y la muerte; Siddharta toma la decisión de salvar a la humanidad.
Nos comenta Mircea Elíade que el budismo, es la única religión cuyo fundador no se declara profeta o enviado de un dios, sino que, al contrario, rechaza la idea de un dios como ser supremo. Se presenta como el “despierto”, guía y maestro espiritual. Buddha nació probablemente en el año 558-567 a C. en Kapilavastu, hijo del rey Suddhodana y su esposa Maya. Se casó a los 16 años, abandonó el palacio a los 29 años y tuvo el “supremo y completo despertar” en abril-mayo del año 523-532 a C. Pasó el resto de su vida predicando y murió en noviembre del año 478-487 a.C.
El Buddha no descendió del cielo para establecer un nuevo orden, sino para restaurar una forma más antigua. Describe como una herejía la opinión de que está enseñando una «filosofía propia», pensada por sí mismo. Su predicación se propone ofrecer a los hombres el camino de la liberación, y es precisamente este prestigio de “salvador” el que hace de su mensaje una “religión” y transformara al personaje histórico de Siddharta en un ser divino.
A. K. Coomaraswamy, en su libro Hinduismo y Budismo presenta las sentencias que indican su cometido “Ningún verdadero filósofo ha venido nunca a destruir, sino sólo a cumplir la Ley. «He visto», «la antigua Vía, la Vieja Senda que tomaron los primeros Omni-Despertados, y esa es la senda que sigo»; y puesto que en otras partes alaba a los brahmanes de antaño que recordaron la antigua Vía que conduce al Brahman, no puede haber ninguna duda de que el Buddha está aludiendo a la «antigua senda estrecha que se extiende distante, por donde los contemplativos, conocedores del Brahman, ascienden, liberados»
Dentro del mito suceden hechos grandiosos, apenas nacido se manifiesta como el primogénito del mundo y anuncia que es su último nacimiento. Al ser presentado en el templo brahmánico las imágenes de los dioses cayeron a sus pies. El niño recibe de su padre el nombre de Siddharta, “fin logrado”. Al ser examinado su cuerpo, se le reconocen 32 signos fundamentales y 80 secundarios de “gran hombre” y se declara que llegará a ser soberano universal. Un anciano rishi vuela por los aires desde el Himalaya hasta Kaplivastu, pide ver al recién nacido lo toma en sus brazos y comprendiendo que iba a ser Buddha, llora al advertir que no vivirá lo suficiente para seguirlo. Suddhodama, deseando que su hijo sea un Emperador y no un Buddha, y habiendo sabido que abandonará el mundo sólo después de haber visto a un viejo, a un enfermo, a un cadáver y a un monje, le cría en una lujosa reclusión, ignorante de la existencia misma del sufrimiento y de la muerte. Siete días después de su nacimiento muere Maya para renacer como divinidad en el cielo. Es atendido por su tía y recibe la educación de un príncipe.
Los dioses desbaratan los planes del padre, en tres salidas sucesivas se encuentra Siddharta primero con un anciano decrépito que caminaba penosamente con su bastón, al día siguiente con un enfermo enflaquecido, pálido, consumido por la fiebre, la tercera vez contempla a un muerto que es llevado a un cementerio. El cochero le hace saber que nadie es capaz de evitar la vejez, la enfermedad y la muerte. Finalmente, con la ocasión de la última salida, ve a un monje mendicante, tranquilo y sereno. Esta visión le consuela, al mismo tiempo que le hace entender que la religión es capaz de curar las miserias de la condición humana.
El Príncipe va entonces a su padre y le anuncia su intención de dejar el mundo y devenir un monje, para descubrir la vía de escape de la sujeción a esta mortalidad. El padre no puede disuadirle, pero mantiene las puertas del palacio cerradas. Aquella noche, el Bodhisattva se despide en silencio de su esposa y de su hijo y llamando a su caballo, parte por la puerta del palacio, abierta milagrosamente para él por los Dioses; va acompañado sólo de su auriga (manas).
Siddharta se convirtió en asceta itinerante bajo el nombre de Gautama.
Recorriendo los templos y recordando EL NOBLE OCTUPLE SENDERO.
El sagrado Camino Espiritual que se halla conformado por las siguientes disciplinas:
- El recto conocimiento. Consiste en poseer interiormente la certeza de que el mundo es perecedero y que la criatura humana puede alcanzar el bienaventurado estado del Nirvana.
- El recto pensamiento. El ser humano debe aspirar a alcanzar ese estado de Gracia que consiste en el Despertar Espiritual o Iluminación. Esa noble aspiración se presenta en nuestra mente en la forma de rectos pensamientos.
- La recta palabra. El aspirante espiritual debe hablar siempre con la verdad. Debe evitar pronunciar las palabras hirientes motivadas por los malos sentimientos como así también debe huir de las conversaciones vanas.
- La recta acción. Se debe actuar conforme a nuestra aspiración espiritual. No debe haber discrepancia entre el pensamiento, la palabra y el acto de un hombre que va en búsqueda de la Verdad. Se debe actuar rectamente en todo momento: con pureza de corazón.
- Los rectos medios de vida. La modalidad de nuestra vida no debe oponerse a nuestro anhelo por lo espiritual. No debemos dañar ni herir a otras criaturas.
- El recto esfuerzo. Nada se logra sin esfuerzo. Así también, para progresar espiritualmente debemos esforzarnos por ser mejores cada día. Debemos ser más compasivos y comprensivos, lo cual ha de otorgar pureza a nuestra mente y corazón.
- Recta atención. Debemos aprender a controlar nuestra propia mente, evitar que ella salga a vagabundear por los mil y un caminos del mundo que nos alejan del Sendero hacia la Iluminación.
- Recta meditación. El hombre que busca la Iluminación ha de posar su mente –y su corazón– en el Reino de la Paz Interior, el cual es la antesala del Nirvana.