Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder
Una semblanza de la obra de Chul Han
por Francisco Palumbo
Hablar de política con la lógica de la psicopolítica todavía sigue siendo un poco extraño, al menos para nosotros que venimos de otras prácticas, más acostumbrados a la discusión de las ideas, de los proyectos, a lecturas de textos etc. Entendíamos que gran parte de la actividad política consistía en la concientización. Que no es solo hacer propaganda partidaria. La tarea militante era lograr que las personas puedan ser conscientes de los problemas que nos afectan, la situación de opresión, las formas de dominación, el funcionamiento del sistema capitalista, etc. A estos temas se le sumaba luego el compromiso con la causa. Pero lo primero era concientizarse. Desde hace algún tiempo atrás se ha venido modificando el modo de hacer política, la adhesión a una causa o a un pensamiento político se busca también por otro camino, sin argumentación, sin discusión de teorías ni fundamentos, tratando de operar en la psique de las personas para direccionarlas sin que medie previamente la reflexión de los mismos.
Este fenómeno que se da a nivel mundial es analizado por Byung Chul Han en su libro “Psicopolítica”. Chul Han sostiene que “la psicopolítica neoliberal es la técnica de dominación que estabiliza y reproduce el sistema dominante por medio de una programación y control psicológicos”
La inoculación de ideas y pautas de conducta se logra a un nivel preconsciente, manipulando la conciencia individual y colectiva desde un nivel más profundo, moldeando la voluntad personal y la opinión pública.
Estos mecanismos permiten el disciplinamiento social fundamental para la aplicación de políticas neoliberales.
En este sistema la persona no es consciente de su sometimiento, por lo cual no se revela. El sujeto se cree capaz de elegir libremente y tomar sus propias decisiones, sin embargo, su conducta ya está determinada o altamente condicionada. El poder del sistema radica en operar en la psique de las personas, dominándolas sin emplear un poder represor sino un poder seductor, inteligente, de modo que la persona se someta voluntariamente.
Las tecnologías de la información y de la comunicación digital no solo son un acceso al conocimiento, también operan de modo inverso. Cada vez que abrimos Google, FaceBook, Twietter, o que dejamos nuestros datos en internet, estamos brindando información sobre nuestras vidas, nuestros deseos y aspiraciones. Todos estos datos son extraídos y acumulados sin nuestro consentimiento, conformando un almacenamiento de información global que se conoce con el nombre de Big data. De este modo se conforma un panóptico digital en el cual la vigilancia y el control son totales. Esta vigilancia no es pasiva, sino que se ejerce un control activo. La información acumulada en la nube es utilizada para diseñar herramientas de manipulación que permiten intervenir en la psiquis y condicionarla a un nivel pre reflexivo. El entramado de dominación permanece oculto por lo cual el sujeto se supone libre. El poder inteligente no opera contra la voluntad de los sujetos sometidos, no es represor, sino que dirige esa voluntad a su favor. Seduce más que reprime. No impone, invita a compartir, a comunicar nuestros deseos y preferencias. Lee y evalúa nuestros pensamientos conscientes e inconscientes.
El Big Data hace legibles aquellos deseos de los que no somos conscientes de forma expresa. Llegamos a desarrollar inclinaciones que escapan a nuestra conciencia. A menudo ni siquiera sabemos porque experimentamos determinadas necesidades. El ello freudiano se reelabora en un yo susceptible de ser explotado. El Big Data proporciona un acceso al reino inconsciente de nuestras acciones e inclinaciones. De acuerdo a Chul Han “Pueden establecerse patrones de comportamiento colectivos de los que el individuo no es consciente. La psicopolítica digital sería entonces capaz de apoderarse del comportamiento de las masas a un nivel que escapa de las conciencias.”
La psicopolítica descarta la argumentación y apunta a la sensibilidad, trae como consecuencia una dictadura de las emociones, no se busca la racionalidad (la argumentación, la narración, la razón pueden ser un impedimento para los deseos, la corporalidad y la imaginación). Lo que importa es explotar el recurso de la emoción, que el individuo tenga una total sensación de libertad, que logre expresarse sin limitaciones, sin que sea necesario fundamentar las emociones, inclinaciones o deseos. Se los estimula, se exacerban, se los crean y difundan hasta que el sujeto queda convencido y penetrado de tal modo que actué en la dirección prevista.
“La psicopolítica neoliberal se apodera de la emoción para influir en las acciones a este nivel pre-reflexivo. Por medio de la emoción se llega a lo profundo del individuo. Así la emoción representa un medio muy eficiente para el control psicopolítico del individuo.”
También Chul Han nos aclara que los datos que se utilizan en política responden a la información necesaria para el conocimiento de la sociedad, a saber, los datos demográficos, información sobre la producción, el nivel de salud, educación, etc. La psicopolítica supera a la biopolítica, trabaja con otros datos, actúa con la información que todos les proporcionamos para sacar individual y colectivamente datos de nuestra psique y realizar un mapeo de nuestro psico-programa de lo inconsciente con la finalidad de explotarlo.
Pasamos del disciplinamiento corporal al disciplinamiento mental, el cuerpo como fuerza productiva ya no es tan central. La explotación no es solo del tiempo de trabajo, sino que es de toda la persona, de su atención de la vida misma.
Entendemos por Big data al conjunto de tecnologías y prácticas que permiten almacenar, tratar y analizar un numero indecible de información en base a datos numéricos. La cantidad de datos generados a diario sigue creciendo de forma casi exponencial. El comercio electrónico y las redes sociales son unos de los mayores proveedores de datos. Las fuentes de las cuales se nutre son nuestros mensajes enviados por whatsapp, o videos compartidos, señales de GPS, transacciones online, búsquedas en internet, uso de redes, lectores biométricos, sensores de temperatura, luz, lectores de huellas digitales, escáneres de retina, etc. Se clasifican en estructurados y no estructurados. Los primeros son aquellos que tienen definidos los campos, como, por ejemplo, las bases de datos donde cada campo contiene; provincia, teléfono, nombre… Estos se almacenan en tablas predefinidas. Los no estructurados son aquellos que carecen de un formato estándar y no se pueden clasificar como, por ejemplo, un texto escrito libremente. Hay que aplicar procesamiento del lenguaje natural para interpretar el contenido y extraer datos que se puedan gestionar.
El Big data tiene aplicación en todo tipo de sectores, medicina, política, marketing, permite tener conocimiento del compartimiento global del internauta. Al conocer los intereses de las personas la navegación de dos usuarios diferentes será diferente en la misma página.
También permite realizar análisis predictivos del comportamiento de la población, permite anticiparse en sus necesidades, o enviar información o propuesta en el momento que se considere necesario.
Todos los datos generados a través de softwares, APP, webs y otras herramientas, se almacenan en la nube. Cada empresa o especialista en Big data, elabora algoritmos capaces de procesar la información y cruzar los datos que interesan en cada momento. A través de estos mecanismos, se identifican patrones de comportamiento para posteriormente, generar modelos predictivos basados en datos históricos y casi inmediatos.
Este suministro de información, es utilizado o comprado por todos aquellos interesados a los que les pueda ayudar en su toma de decisiones.
En política, mediante el cruce de datos en redes sociales, con la ubicación y perfiles de quienes publican contenido, se puede identificar qué es lo que preocupa a los ciudadanos, cuáles son sus intereses, problemas, etc. y utilizar esa información para elaborar una campaña política a medida y ganarse el voto de los ciudadanos. (Fuente: Economipedia) Hay que admitir que la influencia que se ejerce por las redes, WhatsApp, Twitter, los trolls centers, las fake news, y el andamiaje mediático corporizado, dan entidad a los lawfares, al desprestigio de la política, a la persecución de los líderes populares, a construir relatos distorsionados y, que dan por resultado, la conformación de mayorías populares que terminan eligiendo gobiernos muy contrarios a sus propios intereses.
La construcción de la política, la posibilidad de gestionar un proyecto nacional y popular no puede desconocer está nueva realidad que se va imponiendo en el mundo. Tenemos ejemplos muy actuales, Trump, Bolsonaro, el Brexit, Macri, la derecha europea, o sea los representantes del neoliberalismo, que han utilizado en sus campañas agencias y especialistas en la manipulación de la información a través de estas herramientas tecnológicas. No es casual que en todos partes se dé una concentración de los medios masivos de comunicación en manos de quienes concentran el poder económico. Si bien todo el universo social es atravesado por estas tecnologías, no todas las personas quedan influenciadas de la misma manera por los discursos que se quieren imponer, pero si terminamos hablando de acuerdo a las agendas o temas de discusión que ellos instalan.
Estando el sentido común afectado e infectado se dificulta la discusión y el debate. El militante de las causas nacionales y populares queda muchas veces en desconcierto. Será necesario establecer una legislación que regule la actividad de digital y a los medios de comunicación para que vuelvan a su principal función de comunicar de acuerdo a la realidad.